María del Mar Morales
Health coach - Esp. en Nutrición
El hambre es una señal que utiliza tu cuerpo para indicarte que necesitas comer y suplir tus necesidades fisiológicas de nutrientes o calorías, sin embargo es muy común que se acuda a la comida por razones que no tienen mucho que ver con esta sensación natural de hambre.
Precisamente el término “hambre emocional” se usa para referirse a aquellos momentos en los que acudes a la comida como herramienta para suprimir, calmar o evadir ciertos estados emocionales como la ira, la tristeza, los celos, la inseguridad, la soledad o el aburrimiento.
Hasta cierto punto la alimentación emocional es algo natural pues eres un ser emocional que se desenvuelve en una cultura que tradicionalmente ha ligado la comida con estados emocionales:
- La torta para celebrar el cumpleaños
- Los chocolates para conquistar
- La cena de aniversario
- El almuerzo familiar los domingos
- La cena de graduación
De hecho el vínculo entre comida y amor nace desde los primeros momentos de vida, cuando una madre da leche a su bebé.
Sin embargo, la alimentación emocional puede convertirse en un problema cuando la conducta se vuelve repetitiva y difícil de controlar, o cuando “comer” se constituye como el único mecanismo de afrontamiento emocional y se crea un estado de dependencia que puede resultar muy perjudicial.
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¿Cómo saber si tu hambre es emocional?
El primer paso para trabajar con el hambre emocional es reconocerla y para ello es necesario que aprendas a diferenciarla del hambre fisiológica natural. Veamos un cuadro comparativo que puede resultar de gran ayuda en este proceso:
Hambre física |
Hambre emocional |
Aparece gradualmente | Es repentina |
Es paciente | Es urgente e impaciente |
Aparece varias horas después de comer | Aparece a cualquier hora |
Se puede satisfacer con cualquier alimento | Está orientada a alimentos específicos |
Se calma después de comer | Comes y queda la sensación insatisfacción |
No te hace sentir mal contigo mismo | Suelen aparecer sentimientos de culpa |
Una vez hayas detectado que estás alimentándote de forma emocional, debes trabajar en descubrir cuáles son las emociones que detonan este comportamiento y hacer un plan de acción para afrontarlas de una forma más sana.
Este Diario puede ayudarte en este camino.
Posibles consecuencias del hambre emocional
La alimentación emocional recurrente puede generar diferentes consecuencias para tu salud física, mental y por supuesto emocional. Algunos de los más comunes son:
- Episodios de atracones y alimentación compulsiva
- Sensaciones de culpa y arrepentimiento
- Sensación de impotencia frente a la comida
- Aumento de peso
- Molestias digestivas asociadas a una comida abundante o de poca calidad
- Otros problemas de salud teniendo en cuenta que el hambre emocional suele estar orientada a alimentos ricos en calorías, azúcares y grasas poco saludables.
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